Otro Canyoning, otra lección

Por: Arquímedes Machado

Después de mi aventura en Tamaira, y luego de pasados varios años, decidí repetir con el canyoning pero me puse a buscar una nueva cascada en la que se pudiera practicar este deporte. Ya para esta época VenezuelaX se había mudado de Caracas, así que consulté a los panas de Climbing Venezuela porque estaba seguro que ellos me darían varias opciones.


Total que Daniel me ofreció al menos 4 cascadas distintas, cada una con sus diferencias pero todas con un gran atractivo para mí, sin embargo me decidí por la de Petaquirito pues en el calendario de Climbing era la más cercana.

Hora de la llamada a los panas para ver si había quórum y ahí mismo aparecieron, Erik, Pipo, el negrito Henry y Germán. La respuesta de todos fue más o menos igual: tenemos años sin hacer nada fuera de lo rutinario así que sí, me anoto.

Hablé con Daniel y cuadramos. Esta vez decidimos ir en nuestros carros así que decidimos el punto de encuentro, nos conseguimos y partimos.

Petaquirito se encuentra en el Edo. Vargas, cerca de Chichiriviche de la costa, por lo que el principio del viaje fue bien sencillo, algo de montaña, algo de curvas, pero todo dentro de lo normal.  Sin embargo, luego de avanzar varios kilómetros, el terreno pasó a ser de tierra, y debido a las lluvias del día anterior, había varios pasos en las que el barro y las piedras dejadas por derrumbes, hacían el paso un poco más pelu…. No, mejor digamos, un poco más simpático. Mientras hacía el recorrido y viendo las condiciones del terreno me preguntaba qué tan fuerte estaría la cascada….

Después de dos pegues de dos camionetas distintas y de embarrarnos un poco, tocó la hora de “lavar” los vehículos, pues ahora había que atravesar un río que, por las lluvias del día anterior, por supuesto estaba crecido. El primer paso estaba imposible, el nivel del río era muy alto así que desistimos de pasar por allí. Daniel, conocedor del la zona, pensó en pasar en otro punto de tránsito que estaba río arriba. Cambiamos el rumbo, evaluamos el paso, ciertamente estaba más bajo así que decidimos cruzar y todo salió bien. Avanzamos un poco más por la carretera y   llegamos a un sitio en donde la vegetación de la montaña se había comido la vía, y ahí, en el medio de la nada y sin poder avanzar más, Daniel nos grita: Llegamos!

Cerramos los carros, recibimos los equipos, nos disfrazamos de rapeleros, firmamos los papeles acostumbrados (si, los mismos que siempre hacen que te preguntes si tienes uno o varios tornillos flojos en la cabeza) y empezamos la caminata.

La aproximación a esta cascada es bastante simple, sólo hay una bajada de piedra y vegetación y listo ya estás en el río, unos 30 metros delante de ti ya ves la cascada.
A diferencia de Tamaira esta es una sola cascada que tiene cerca de 40 metros de caída líquida. Sin embargo de frente la cascada no se ve tan interesante puesto que la cascada queda como detrás de dos grande rocas que cubren la parte superior.

Charla explicativa y ahora para arriba, a caminar hacia el tope de la cascada. Daniel se encarga del aseguramiento del todo el grupo, lanza las cuerdas, las protege del roce, revisa el nivel de agua y dice: Bueno señores, no quiero que se asusten pero vamos a evaluar la cosa, porque el río viene con fuerza! Todos nos preguntamos, será que nos va a pasar lo mismo que nos pasó en la cueva? Otro intento fallido? No puede ser!

De parte del equipo de Climbing bajó una exploradora. Desde arriba todos la vimos descender y luego simplemente desaparecer. La forma que tiene esta cascada y la forma como entras a ella es tal que haces un rapel líquido y seco dentro de los primeros 15 metros y luego entras en contacto con la cascada, la misma que se veía escondida entre dos piedras pero que vista de este lado se convierte en un tubo de piedra por donde pasa el agua. Los riesgos eran que la fuerza del agua fuera tal que nos golpeara hacia un borde de este tubo de piedra o que el caudal fuera tan fuerte que, entre la adrenalina y la claustrofobia el ambiente fuera difícil de controlar.

La exploradora apareció más tarde debajo haciendo señas y pegando gritos asegurando que el paso era seguro y “divertido”.  No sé si fue tin marin, cara o sello o simplemente al azar, pero el primero fue Erik.



Se oye “LIBRE” y toca al siguiente, Pipo, no se sabe qué estaba más blanco si el agua o él. Todos asumimos que era por falta de sol, pero creo que la preocupación hizo de las suyas. Enfrentó lo que debía enfrentar en su mente y se pegó a la cuerda para descender.



Desaparecido tras la blancura del agua, y después de haber oído “LIBRE”, le tocó el turno al negrito Henry. Su viaje fue uno de los más cómicos, él sólo me decía: tómame todas las fotos que sean posibles porque no sé si voy a repetir esta locura! Y así fue, le caí a fotos hasta donde pude. Al principio tenía un problema importante, no sabía si iba a bajar a lo derecho o a lo zurdo así que hizo su ejercicio mental hasta que se decidió (a lo derecho)


Siguiente turno, Germán, uno de los que más se gozó la cascada desde el primer intento (no sólo fuimos osados para meternos con el caudal como estaba, sino que lo hicimos más de una vez).


Después de oír libre! pasó lo que tenía que pasar, me tocaba el turno. No sé si es como lo recuerdo o es como en realidad pasa, pero siempre ando planificando estos viajes y termino siendo el último en hacer la actividad. Nervios o cortesía con mis invitados? Prefiero pensar que es la segunda razón! Jeje.

El tema era más complicado de lo que se veía. El rappel en líquido era como siempre en el rappel, algo divertido pero sin dificultad, lo más difícil era enfrentar un saliente en el que el procedimiento de “vampirito” ayudaba a atravesar el escollo. Después la aproximación a la cascada, mientras más cerca más imponente, la fuerza de su caudal se asocia con la llovizna que te causa y el ruido extremo que genera, que además hace eco en esa especie de concha acústica natural formada por el conjunto de piedras que servían de túnel. El atravesar el chorro de agua era el paso difícil. Si lo hacías muy lento, en algún momento estarías en el medio del chorro y este te lanzaría a las piedras, hacerlo muy rápido era lanzarte en rappel a un vacío que no veías pues el agua no dejaba ver que había más alla.  Hora de decidir qué hacer… Bajé con cierto temor para aproximarme un poco más y probar la fuerza del chorro de agua, frené en el sitio que permitía que mis pies estuviesen expuestos a la fuerza del agua… definitivo, lento no es posible, hay que apurar el rappel, pero que hay más allá? Dónde está la roca? Cuanto más rápido bajo? Mil preguntas y un par de segundos para tomar la acción que consideras debe ser la correcta. Recordé mi vuelo en parapente en donde había que correr al vacío porque aunque es naturalmente un error correr hacia el vacío, es en ese momento lo correcto.
Decidido, el caudal es fuerte así que el rappel lo haré con mayor velocidad hasta atravesar el chorro de agua. Y así fue, solté la mano de freno y me dejé caer… el agua me cubrió hasta la cintura y me empezó a llevar hasta la piedra, esto no era el plan, necesito atravesar más rápido pero además el agua me volteó y quedé de frente al chorro de agua y de espaldas a la pared de piedra, peor imposible, al menos eso era lo primero que me vino a la mente.
El ser humano es impresionante, ante estas situaciones, el cerebro reptil (dónde dicen que se toman las decisiones por instinto) siempre decide hacer acciones que normalmente te ayudan. Sólo puse un pie en la piedra, conseguí un punto de apoyo y quedé en un punto de equilibrio entre el chorro y la piedra, sin que el agua tuviese control sobre mi cuerpo, sin que me estuviese golpeando contra la piedra y ahora en mejor ángulo para ver el resto del camino.

Así fue, decidí cuál sería mi siguiente paso, la idea de acelerar el rappel no salió del todo bien a la primera, pero ahora era el paso lógico y me lancé. Ahora si estaba expuesto a la fuerza de la naturaleza, formando parte del caudal de agua y siempre con la mirada baja para asegurar la respiración. Un poco más de cuerda un punto de apoyo para volver a colocar alguno de mis pies y poder volver a tomar control de la situación. Y así pasó, lo logré, estaba en el medio de esta cascada en un sitio en el que medianamente podía controlar pero que fue suficiente para retar el momento, sacar la cámara de agua e intentar tomar una foto.
Tratar de sacar la cámara que estaba en un estuche cerrado guindado a la altura de mi cintura en el arnés no era tarea fácil, no solo por el lugar en el que estaba sino porque debía hacerlo con mi mano izquierda solamente (pues la derecha es la que me servía de freno para no seguir descendiendo). Después de una pequeña batalla, salí victorioso y logré hacer algunas fotos, no fueron las mejores, pero dadas las circunstancias creo que salieron perfectas.



Disfruté muchísimo la experiencia y al final todos lo hicimos, pasó de ser un reto imposible a una aventura divertida y que repetimos creo que hasta 2 veces más ese mismo día.

A veces me pregunto qué es lo que hace que siga haciendo esto que algunos tildan de locura. Por qué exponerte a estas situaciones cuando puedes estar tranquilo en casa? Pues la verdad no creo que sea fácil describir las razones, puede que muchos crean que esas razones van asociadas a la búsqueda de la adrenalina, el afrontar una situación de riesgo pero divertida, pensar en la emoción que genera haberlo logrado y/o conseguir algo más para este blog. La verdad es que todas esas son válidas pero creo que además, cada una de estas aventuras termina dejándome un aprendizaje, en cada una de ellas la vida me enseña algo pues he atravesado por una experiencia nueva que decidí vivir, a la que decidí atravesar y que decidí superar.

De Petaquirito me quedó el aprendizaje de la decisión, pues siempre estamos ante situaciones en las que debemos decidir qué hacer, y en donde incluso no hacer nada es una opción, pero probablemente es la opción más cara. Tomar la decisión puede no ser fácil, y seguramente lo que lo hace más difícil es el no saber si acertarás o te equivocaras. Sólo después de tomar la decisión lo sabrás, sólo tendrás la respuesta después de haberlo intentado.

Texto por: Arquímedes Machado
Fuente: http://cuentosdekimo.blogspot.com/2012/11/otro-canyoning-otra-leccion.html
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