Anclajes fijos para escalada en roca

Los anclajes para escalada son elementos que se colocan en orificios naturales o artificiales y que sirven para progresar o asegurar al escalador en su progresión por paredes verticales. Aunque en general se cree que deberían de aguantar y detener la caída de un escalador, muchos de ellos en el mejor de los casos aguantarían, con suerte, el peso del escalador.

En la actualidad se han comenzado a equipar vías dándole importancia al tipo de anclaje utilizado, dejando de utilizar clavos, guayas, golos, etc.

Ahora lo mal visto es equipar con spit, pues tienen una vida muy corta en comparación con un parabolt o un químico. El problema aparece cuando se quiere colocar un parabolt o un químico a mano, pues si se quieren colocar varias docenas, es una tarea agotadora. La solución es un taladro de batería o gasolina, pero son algo costosos. 

Lo más razonable es equipar bien o no equipar, pero hay rutas que se equipan inadecuadamente por las ansias de escalarlas.

Corrosión y tipos de acero en los anclajes La corrosión podría definirse como “los cambios que sufre un material por interacción con el ambiente”. Si bien cualquier material es susceptible de sufrir estos cambios, nosotros nos fijaremos exclusivamente en la corrosión sobre los metales, materia prima de los anclajes. Y por ambiente entenderemos el entorno que rodea al material, por lo que la composición, temperatura y presión ambientales tienen influencia en este proceso.

 

La principal causa de la corrosión es la inestabilidad de los metales en sus formas refinadas, puesto que éstas tienden a volver a sus estados originales a través de los procesos de corrosión. En realidad lo que nosotros hacemos para extraer el metal es ir en contra de una reacción que ocurre espontáneamente en la naturaleza.

El estado de existencia más estable para un metal es su forma mineral, tal como aparecen en la naturaleza, ya sea en forma de óxidos (como la bauxita Al2O3), sulfuros (como la pirita FeS2), carbonatos (como la rodocrosita MnCO3) u otras. Y la corrosión no es más que una serie de reacciones químicas que disuelven los metales para formar óxidos, sulfuros, etc. Sólo unos pocos metales, como cobre y plata, se llegan a encontrar en estado puro, más conocido como estado nativo.

Para hacernos una idea del problema de la corrosión en el mundo, se estima que el 25% de la producción mundial de acero es destruida por la corrosión, y en ese porcentaje están nuestros queridísimos anclajes de barrancos.

Los problemas de corrosión aparecerán cuando nuestros anclajes no aguanten las exigencias que impone el medio que los rodea, es decir, desde el momento que lo coloquemos, por no decir desde el momento de su fabricación, como se puede sobrentender de apartados anteriores.

Podríamos decir que hay una serie de factores internos (debidos al anclaje), y unos externos (debidos al medio que rodea al anclaje), que afectan al desarrollo de la corrosión.

Dentro de los factores propios del anclaje o internos tenemos:

  • Composición del anclaje.
  • Defectos de fabricación y uso.
  • Homogeneidad del sistema.

Dentro de los externos o del medio están:

  • Condiciones atmosféricas.
  • Composición atmosférica.
  • Composición del agua.
  • Tipo de roca/suel.

A todos ellos sumaremos el factor tiempo, del cual no se escapa nada ni nadie. Cuanto más antiguo sea el anclaje, más tiempo está sometido a la actuación de la corrosión, en peor estado se encontrará.

La gama de materiales empleados en anclajes es tan amplia como los fabricantes, aunque los vamos a dividir en dos grandes grupos, aceros y aceros inoxidables. El acero es básicamente una aleación o combinación de hierro y carbono (hasta un 2-3% como máximo). El inoxidable lleva además cromo en una proporción superior al 10%. Ambos suelen llevar distintas proporciones de otros metales como manganeso, níquel o molibdeno. En el caso del acero también se puede encontrar bañado (galvanizado) con una capa de zinc (zincado) o de sales de cromo (bicromatado). Tanto los inoxidables como los galvanizados poseen, o forman, una capa protectora (óxidos metálicos) que retrasa el efecto de la corrosión. Otra forma no muy habitual de protección son los recubrimientos con resinas (pinturas).

También tenemos aleaciones de aluminio pero en este caso sólo encontraremos las chapas, no el anclaje en sí, con características bastante buenas frente a la corrosión por la misma razón que inoxidables y galvanizados, se crea una capa de óxido de aluminio en superficie muy resistente a la corrosión atmosférica.

Por último, si empleamos diferentes materiales a la hora de poner un anclaje (ponemos partes de acero inoxidable con otras que no lo son, por ejemplo) se producirá un tipo de corrosión (galvánica) que afectará en mayor grado a unos materiales que a otros. La corrosión en este caso se ve acelerada por esta mezcla de materiales diferentes en contacto. También influye la diferencia de tamaños de esas partes, cuanto menor sea la parte oxidable más rápida y fuerte será la corrosión.

Anclajes Dinámicos y Estáticos

Un anclaje puede ser estático o dinámico; esto depende de su capacidad para absorber energía. Los anclajes estáticos como (lo puede ser un spit) absorben muy poca energía ante una caída, estos por lo general utilizan el principio de fricción para sujetarse, al entrar de manera muy justa en la roca, de manera que al recibir un impacto la energía que se libera es absorbida únicamente por la parte externa del anclaje, y esta energía por lo general produce una fuerza de corte y no de extracción, los anclajes estáticos por lo regular se utilizan en la escalada artificial y son de diámetros pequeños (alrededor de 8 mm). Este tipo de anclajes tiene resistencia al corte relativamente pequeñas y no son de ninguna manera aptos para la escalada deportiva.

Los anclajes dinámicos se fijan en el material base por medio de algún tipo de cuña que aumenta el diámetro de la parte del anclaje que se encuentra dentro de la roca, al recibir alguna fuerza este tipo de anclaje, la varilla se dobla ligeramente absorbiendo un poco de energía, para después volver a su forma original. Por lo tanto mientras más largo y delgado sea un anclaje, más dinámico es, pero no hay que exagerar, para la escalada deportiva no se deben usar anclajes con menos de 10 mm de diámetro.

Por su parte los anclajes químicos, pese a que forman un vínculo íntimo entre el anclaje y la roca y no quedan espacios abiertos de ningún tipo, son dinámicos; pues si bien no existen espacios entre la roca y el anclaje, la resina por ser elaborada a base de plásticos, es bastante flexible, y absorbe muy bien la energía liberada por un impacto.

Tipos de anclaje

Existen dos grupos de anclajes fijos: químicos y mecánicos. Los mecánicos se fijan mediante piezas móviles que se expanden, mientras que los químicos se fijan mediante resinas o selladores químicos que se adhieren a las paredes. La resistencia de estos anclajes no depende únicamente de el material y el diámetro en el que están construidos, también influye en ellos el modo en el que los manipulemos, así como su colocación correcta, de tal suerte que un anclaje que podría resistir unos 2500 kilos emplazado de modo correcto, puede romperse al aplicarles sólo un kilo de fuerza.

Spit: El spit es un cilindro de expansión de unos 3 centímetros de longitud. Normalmente se usa de métrica 8, colocándolo a mano con ayuda de un burilador, que es una especie de taladro manual.

En caso de ser colocado con taladro se deberá de seguir el ejemplo del dibujo, y con un burilador terminar el agujero, ya que la broca no lo termina plano y la cuña no expande lo que debe. No está aconsejado en rocas blandas (arenisca, calizas, etc.) y tampoco se recomienda su uso en vías donde tenga estén expuestos a muchas caídas. Tampoco se debe instalar a menos de 30 cm de una grieta, techo u otro anclaje de expansión, ya que la presión que ejerce sobre la roca es muy alta y podría romperla. Debe colocarse perpendicular a la pared y sobre una superficie lisa, para que asiente bien la chapa. El tornillo se apretará lo justo, no más porque se debilita el conjunto.

Parabolt: Es el anclaje más usado actualmente. Este consiste en perno de auto expansión. Se coloca con la ayuda de un taladro, haciendo el agujero como mínimo de la medida del parabolt. La seguridad que ofrece es muy alta, sobre todo si la comparamos con el spit. Miden entre 70 y 90 mm, frente a los 30mm del spit. Una vez colocado se distingue del spit en que vemos una tuerca, y no una cabeza de tornillo. Se deben seguir las mismas normas de colocación que en el caso de los spit, en cuanto a grietas, distancias, etc.

Químicos: El químico es ahora mismo el mejor anclaje que se puede usar en el equipamiento de vías de escalada. A diferencia de los spits y parabolts, estos no pueden ser utilizados inmediatamente después de su colocación, debido a que hay que esperar que la resina seque por completo. Los hay de 12 y 14 mm de diámetro. Los de 12 se usan en los seguros intermedios, y los de 14 en las reuniones. Se puede usar en todo tipo de roca, ya que no ejerce presión sobre ella. La colocación es muy laboriosa, y por ello es conveniente que el equipador tenga un buen conocimiento de lo que está haciendo. El tiempo de secado de la resina depende de la marca, esta será especificada en el instructivo correspondiente. Si se desea equipar con este sistema hay que informarse bien debido a que es más delicado de lo que parece.

Clavos o pitones: Actualmente no se utilizan mucho, salvo en escaladas de aventura. Para escalar en zonas de montaña, donde el equipamiento es escaso o inexistente, es conveniente llevar algunos. En las rocas escuela han sido remplazados por parabolts o químicos. Es un simple "clavo" con un anillo u orificio en un extremo, para pasar el mosquetón. Los hay de muchos tipos y materiales dependiendo del uso que se les quiera dar. De acero, de hierro, pequeños, grandes, en U, en V, etc. La resistencia de los mismos depende de muchos factores, como lo son: el estado de oxidación y si la grieta donde está emplazada es horizontal o vertical. No hay que confiar en los que llevan muchos años colocados, ya que pueden tener buen aspecto por fuera y estar podridos por dentro. La colocación es simple, se busca una grieta y se introduce a golpes con la utilización de un martillo. En caso de no entrar completo se debe ahorcar una cinta para asegurar eliminando la palanca. 

Golo: El golo es un tornillo de métrica 8 que se introducía a martillazos en un orificio hecho con un burilador. Se colocaba con una chapa, que era irrecuperable, o sin chapa. La resistencia de estos seguros en general era mala, aunque en algunos casos podían aguantar buenas caídas. En la actualidad se encuentran en desuso. Todavía quedan algunos, sobre todo en paredes remotas y de aventura, y se reconocen por la cabeza del tornillo que presenta golpes.

Fuentes:

Autor: 
Daniel Macedo
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