Luego de hacer una serie de tramites algo complicados ante las autoridades de la Universidad Central de 
Venezuela y de haber consultado a diferentes personas que ya habían 
subido por la pared de concreto, llegó el día viernes 18 de junio de 
2004. Eran cerca de las nueve de la mañana cuando salimos del club de 
excursionismo de la universidad para emprender esa aventura, aunque por 
varios días la impaciencia vivió conmigo, había llegado el momento. 
Luego de prepararnos y arreglar todo con las autoridades del edificio, 
nos dispusimos a escalar la pared de concreto del lado oeste, aquella 
que se ve desde la conocida "tierra de nadie"; la gente que pasaba por 
los alrededores se quedaba observando lo que hacíamos.
La
 impresión de las personas fue tan grande que hasta los perros 
antidrogas de la universidad se hicieron presentes en el lugar (¿qué 
pensarían?). El avance por la pared fue lento y delicado, las cabillas 
que colocaba en los orificios para poder progresar se salían con mucha 
facilidad, la escalada fue muy comprometida, si cometía algún error es 
probable que no lo contara. 
Pasadas
 unas horas llegué a la mitad del camino que me separaba de la cima, 
procedí a colocar la respectiva reunión para asegurar a mi compañero. Al
 llegar éste a la reunión, comencé a escalar el segundo tramo del 
edificio. En éste tramo de la escalada, la tensión aumentó debido a que 
los huecos donde colocaba las cabillas para progresar estaban muy 
tapados y éstas no entraban. Finalmente llegué a la cima del edificio, 
luego mi compañero subió por la cuerda con unos Jumars.
Verdaderamente, es una experiencia que hay que vivir...